Venero los minutos de reflexión en los momentos con "ausencia de color", en las que se ahondan y anulan mis capacidades sensoriales.
Aquellos que, como en diarios ya leídos, hallo mi existencia ya asentada y distante y extraviada como una cometa sin la mano de un niño.
Gracias a ellos, comprendo que poseo cielos, para volver a respirar y desahogarme infinitamente.
Y a veces soy como el mar, tan calmado y tan enardecido, a veces suave como la emanación de su aliento, tan volátil, tan irreal que me esfumo, no pudiéndose percibir mi ausencia, cuando vengo o cuando voy…
Aquellos que, como en diarios ya leídos, hallo mi existencia ya asentada y distante y extraviada como una cometa sin la mano de un niño.
Gracias a ellos, comprendo que poseo cielos, para volver a respirar y desahogarme infinitamente.
Y a veces soy como el mar, tan calmado y tan enardecido, a veces suave como la emanación de su aliento, tan volátil, tan irreal que me esfumo, no pudiéndose percibir mi ausencia, cuando vengo o cuando voy…