No me perdonaría, el hecho de no escribirte nada hoy, aunque sea un par de líneas.
¿Sabes? ...me gusta ser directo contigo, y sé, que por esa imperfección de mi personalidad, a veces sueno tosco y terco, pero a pesar de eso, estás siempre allí, y no sabes como me conmueve y alegra el alma, el saber que das todo de tí, para verme seguir creciendo como ser humano.
Nosé como haces, aún no comprendo cómo en tu corazón tan pequeño puede caber tanto amor, recuerdo que, una vez te dije que tu amor era tan inmenso, que el mismo Dios se asombraba, y temía que algún día, puedas desalojarlo del cielo.
Madre, no solo te amo, sino también te admiro, por haber luchado tanto, contra esas cosas lamentables, que tiene la vida, por haber soportado y superado ventajosamente cada uno de esos golpes. Te ha costado mucho trabajo, lograr salir adelante, yo lo sé, y también lo saben tus pequeñas manos, cada una de las gotas de tu sudor, tus lágrimas, tus suspiros, lo sabe Dios.
Madre, inyéctame una dosis más de tu fortaleza, de tu coraje, he sido un mal aprendiz tuyo, yo aún tengo mucho miedo al mundo, aún no comprendo tantas cosas, perdóname madre, o tal vés es una estrategia mía, y lo hago con la intención, de que pienses que no he aprendido, y continúes a mi lado, dándome esos consejos, quizás sea una excusa para retenerte.
Sé que no soy tan buen hijo, pero te amo madre, y en mi manera de ser, tan ajena, me conmueve el alma, cada vez que te veo a los ojos, porque a pesar de que eres más bajita que yo, me siento más pequeño a tu lado. Tu amor no se puede comparar ni con el mío, ni con el de algún ser humano, el tuyo es divino, es grandioso.
Y hoy, en este momento de reflexión, quiero darte las gracias sinceras, por tomarte la tarea de concebirme, regalarme tu amor, regalarme tu compañía, regalarme tus besos, y compartir tu mundo conmigo, por darme alguna lección cada día y también disculparme contigo, por los malos ratos que te hice pasar hasta hoy, por mi ingenuidad, por comportarme cual niño caprichoso, por ser tan distante a veces, por mi egoísmo, por equivocarme tanto, perdóname madre.
Estoy orgulloso y me siento feliz, de que seas tú, mi madre.
“…Y nos tomabas de la mano, y nos decías: sujétense fuertes pequeños, nada malo les va a pasar…”
a: Irma J. Chávez Oliva